La figura de Fernando León y Castillo como amigo y confidente de la reina regente María Cristina centra una charla en su Casa-Museo
La figura de Fernando León y Castillo como amigo y confidente de la reina regente María Cristina centra una charla en su Casa-Museo
Nueva cita con la historia en el ciclo ‘Los amigos y amigas de Fernando León y Castillo’, impartido por el historiador Antonio González Padrón, el día 5 de junio, a las 19:00 horas, con entrada libre
Las Palmas de Gran Canaria, 4 de junio de 2024.-La amistad entre la regente de España, doña María Cristina de Habsburgo-Lorena, viuda del rey Alfonso XII y madre del futuro Alfonso XIII, y don Fernando León y Castillo, “como dirían nuestros paisanos teldenses, venía de lejos”, asevera el historiador Antonio González Padrón. Y la lejanía de esta estrecha relación de amistad será analizada en la cita de junio del ciclo de conferencias ‘Los amigos de León y Castillo’, que el cronista dirige en la Casa-Museo de los célebres hermanos teldenses en el barrio de San Juan, en Telde. Padrón imparte esta charla el día 5 de junio, a las 19:00 horas, con entrada libre y gratuita, hasta completar aforo.
‘La regente María Cristina: amiga y confidente’ es el título de la conferencia que promete desentrañar los secretos de una relación en la que el diplomático don Fernando actuó como consejero, pero también como amigo. “Ella supo de la existencia del prometedor político grancanario por referencias que le hacían diferentes personalidades del partido liberal, al que pertenecía, pero también del partido conservador. Esa unanimidad de juicios en ambos extremos la puso en el camino de conseguir una amistad que ella auguraba profunda y duradera, como fue el caso”, explicará el historiador teldense.
Don Fernando había pertenecido a la minoría liberal monárquica en las Cortes de la I República, donde se batió casi en solitario en defensa de la monarquía constitucional. Mas tarde, en las llamadas Cortes Constituyentes que trajo la restauración borbónica, de manos de Cánovas del Castillo, participó activamente en la política nacional. Su amistad con Sagasta le abrió el camino al goierno civil de Granada y Valencia y los ministerios de Gobernación y Ultramar.
“En multiples ocasiones fue llamado a palacio, como simple consejero, que no es poco, de la reina”, contará el cronista. Confiaba en él con una lealtad extrema, tanto como él en la Constitución, y en la monarquía. “No fueron pocos los consejos que don Fernando le dio a la reina. Entre los muchos asuntos que trataron se encontraba la equidistancia que debía tener la corona para con los militares y los miembros de la iglesia católica. Como bien dijo don Fernando: Con estas instituciones, máxima cordialidad, pero nula entrega”.
“El político admiraba de la reina su honestidad, austeridad, el amor a su hijo y, por extensión, el amor a España. Estos tres últimos: constitución, rey y patria, sin fisura alguna. Y en ellos coincidían”, dirá González Padrón. Y es que don Fernando obtuvo de la reina el cariño y aprecio suficientes como para sentirse halagado y recompensado. Para él, que sentía la monarquía como uno de los pilares básicos de la nación, mantener a la soberana presta a escuchar todas sus opiniones era algo que le satisfacía enormemente. “Según comentan algunos coetáneos, la confianza de la reina en don Fernando era elocuente para todos”, añade el cronista.
Las visitas, tanto oficiales, como privadas a palacio fueron continuas mientras el político grancanario ejerció de parlamentario o miembro del Gobierno en Madrid. “Sin duda, fue la reina quien dio su plácet para que lo nombraran embajador en París, la delegación más importante en el extranjero por entonces. Confiaba en que lo podía hacer excelentemente bien. Hay cartas que testimonian esa fluidez de la relación, expresándose en múltiples ocasiones sobre cómo se agradecían mutuamente la coincidencia en los asuntos de estado, fueran estos de política interior o exterior”.
“En definitiva”, finaliza el director del ciclo, “la reina tuvo en don Fernando un súbdito fiel y un amigo leal. Y don Fernando vio en la reina un ejemplo a seguir en cuanto a integridad personal y sintió por ella una profunda amistad que después trasladaría a su hijo Alfonso, a su esposa, Victoria Eugenia, al príncipe de Asturias y al resto de los infantes e infantas de España”.